Distinción del Centro de Cultura Tanguera Alfredo Belussi

Distinción del Centro de Cultura Tanguera Alfredo Belussi
Tango, Radio y más Historias, blog distinguido por su aporte a la difusión del Tango, sus autores e intérpretes.

jueves, 4 de octubre de 2012

Vicente Bucheri - Biografia - 4 de octubre de 2012 -




Vicente Buccheri
   Nació en Acate (Sicilia, Italia) el 11 de  noviembre de 1901 y murió en Buenos Aires el 23 de agosto de 1985. Difundió la letra de los tangos cuando los discos de gramófono sólo difundían estribillos. Lo hizo por medio de El alma que canta, una revista a la que Aníbal Lomba ha dedicado recientemente una óptima monografía.
Buccheri era un inmigrante al que la burocracia inmigratoria deformó el apellido en Bucchieri. Llegó en 1908, con sus padres Retro y Francesca Mamarme. Entonces los hijos de los inmigrantes contribuían desde los primeros años al financiamiento de la polenta y la pastasciutta hogareñas. Vicente también lo hizo. Lomba apunta que con su hermano Blas se desempeñó en un puesto de revistas que dos hermanos de Francisco Canaro -Juan y Rafael- tenían en Entre Ríos y Constitución. Si Vicente alcanzó a vender Crítica -el diario del uruguayo Natalio Botana, que fue un suceso, eso tiene que haber ocurrido no antes de sus doce años, pues aquel legendario vespertino comenzó a aparecer en 1913.
Sin duda venderían los folletos de canciones y versos populares que publicaba Pérez Cuberes, y otros, de muchos de los cuales Robert Lehmann Nitsche llevó ejemplares a Berlín y aún se conservan allí, donde son objeto de investigación y de microfilmes. Un día se le ocurrió a Vicente publicar una revista de canciones. Ya tenía 15 años. Lo hizo y le puso por nombre El alma que canta, porque así llamaban a la más fascinante cupletista de aquellos años, Raquel Meller, que aún no había llegado a Buenos Aires. Esto ocurrió en 1916, el año en que Irigoyen llegó al poder, en que murió el glorioso negro Gabino Ezeiza. Más que una revista, El alma que canta era un folleto que aparecía sin mayor regularidad, cuando el editor adolescente conseguía reunir el dinero necesario para pagar la imprenta.
El objeto era publicar letras de canciones y poesías populares. El mismo Buccheri la voceaba en la estación ferroviaria de Constitución, y quiere la tradición que un día se le acercara Almafuerte, quien vivía en La Plata, y le alcanzara un papel diciéndole: 'Tome, m' hijo, para su revista". Le dio, decía Buccheri, la letra de la canción A mi intuiré, que el más famoso dúo de entonces, Gardel-Razzano, dotó de música e incluyó en su repertorio. En las discografías de Gardel aparece también con los nombres Mi madre y Con los amigos, atribuida, no más, a Almafuerte, pero en la obra completa de ese poeta vasto y tunante no se la encuentra.
Cuando Contursi dio vuelta como un guante al tango cantado, EL alma que canta difundió los versos de Mi noche triste. En las páginas de la revista aparecieron, asimismo, los primeros versos de Dante A. Linyera (Francisco Bautista Rímoli). En realidad, El alma que canta era un conmovedor cajón de sastre donde un poema de Leopoldo Lugones acompañaba los escarceos poético-lunfardos de Vicente Barbieri, poeta que en los años cincuenta tuvo gran prestigio, y se mezclaban con efusiones de esta laya: "Los terribles convulsiones de mi carne torturada que se retuerce, impotente, con ganas de estrangular". No creo que fuera esta heterogeneidad literaria la que conquistó a un público inconmensurable (la publicación llegó a tirar 150.000 ejemplares), sino la circunstancia de que prestaba el indispensable servicio de proporcionar las letras que el porteño escuchaba y que, por una suerte de imperativo categórico, quería canturrear. Esto por no hablar del inmenso servicio que prestó al tango cuando -Gardel y Contursi mediante- se convirtió en canción.
Siempre se cita aquello de Borges: "Es verosímil que en 1990 surja la sospecha o la certidumbre de que la verdadera poesía de nuestro tiempo no está en 'La urna de Banchs, ni en 'Luz de provincia', de Mastronardi, sino en las piezas imperfectas de 'El alma que canta'," No estaba en esas páginas queridas la verdadera poesía, pero sí una cálida invitación a la poesía, una suerte de aperitivo poético. De los que no tengo duda es de que los ejemplares de El olma que canta constituyen un indispensable documento antropológico y que, si no aportaban mucha poesía, ni siquiera mucha cultura, afianzaban la conquista de la alfabetización.
Sin quererlo, Buccheri fue un antropólogo; sin quererlo, fue un comunicador; sin quererlo, fue un pedagogo. Queriéndolo, él, que venía de tierra canora a un país de gente que no canta, fue un dispensador de la alegría de cantar y también de la dulce melancolía de repetir esas tristezas nunca dichas con anterioridad, cuyo yacimiento cargó Pascual Contursi en el complejo y versátil carácter de los argentinos.

Fuente: Mujeres y Hombres que Hicieron al Tango. Por José Gobello

Leopoldo Federico 4 de Octubre de 2012 -301-

Leopoldo Federico con el cantor Aldo Fabre.

Casette editado en 1989 por Music Hall Argentina.

Los títulos de temas, autor y compositor se encuentran incluidos en los tracks correspondientes.









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